La pobreza en Bahía Blanca: cifras recientes

A fines de marzo de 2018 se difundió en medios de comunicación, basados a su vez en el informe de prensa del INDEC, que en Bahía Blanca bajó la pobreza entre el primer y segundo semestre de 2017. En particular, las cifras de INDEC estimaban 44132 (14,3%) habitantes en la pobreza y unos 8.708 (2,8%) en la indigencia. En 2016 las tasas de pobreza e indigencia se ubicaron en 23,4% y 6,5%. Este dato no pudo ser contrastado rápidamente hasta que el organismo oficial de estadística publicase las bases con la información desagregada, cosa que hizo hace pocos días.

La condición de pobreza de un hogar se determina por la comparación entre los ingresos percibidos por el hogar (que, a su vez, son declarados por los que responden al relevamiento del INDEC) y los necesarios para cubrir una canasta básica que contiene alimentos, vestimenta, educación, salud, vivienda, transporte, etc. En el caso del indicador de indigencia los ingresos se comparan solamente con el costo de la canasta mínima de alimentos que satisface los requisitos calóricos de una dieta. Mientras que la canasta de alimentos contiene ítems específicos y la cantidad de ingesta necesaria por mes, la canasta total carece de ese detalle y se estima suponiendo que el gasto en alimentos es una determinada proporción del presupuesto del hogar.

En la tabla que sigue se presenta la cantidad de personas y el porcentaje de pobreza e indigencia estimados a partir de las bases desagregadas del INDEC para Bahía Blanca desde 2016 hasta el último dato disponible. Se recuerda que las bases desagregadas son publicadas por el INDEC desde el segundo trimestre de 2016; la serie está discontinuada para el primer trimestre de 2016.

 

La muestra de hogares del aglomerado (al igual que otros en el resto del país) es muy pequeña y los errores muestrales son elevados. Las modificaciones que el gobierno introdujo en la fuente de información principal para el cálculo indicadores laborales y condiciones de vida de la población ha dejado de informar los desvíos estándar de las estimaciones para cada aglomerado, pero, en tanto el tamaño muestral no ha variado sustancialmente del período anterior, podemos ilustrar la magnitud de los errores tomando los criterios vigentes hasta 2015. Por ejemplo, la estimación de 39.000 personas bajo la línea de pobreza en el último trimestre de 2017 tendría un error estándar cercano a 4.400, lo cual lleva a sostener que en ese trimestre en Bahía Blanca la cantidad de personas viviendo en situación de pobreza se ubicaría entre 30.929 y 48.177. Si el cálculo se refiere al tercer trimestre de 2016, el desvío estándar se eleva por encima de los 5.600, lo cual implica sumar y restar a la estimación puntual de 74.000 individuos a unos 11 mil. La magnitud del error aumenta relativamente cuando las estimaciones de poblaciones se achican: por ejemplo, a fines de 2017 se estimaron unos 3.200 personas viviendo en hogares con indigencia. En esos niveles INDEC no publica la desviación estándar, en tanto según instrucciones metodológicas permite proyectar por encima de los 4.000. Por este motivo todas las estimaciones puntuales de la tasa de indigencia por aglomerado están observadas en el informe oficial indicando que poseen coeficientes de variación superiores al 12%, lo cual aumenta más del 20% el error relativo.

Un dato llamativo es la abrupta caída de la cantidad de personas (y, por consiguiente) la tasa de indigencia en el último trimestre de 2017, que pasa de una magnitud de 10-15 mil a poco más 3 mil. Esta merma soprendente puede deberse a varios factores: 1) subestimación del valor de la canasta alimentaria considerada en el cálculo (entre 2017t3 y 2017t4 sólo aumentó 2,6% mientras que, según el IPC oficial, en el mismo período los precios de los alimentos aumentaron 3.4%); 2) número insuficiente de observaciones (ya señalado arriba); 3)falta de supervisión en el proceso de toma de datos; 4) todo lo anterior. Especialmente los puntos 2 y 3 anteriores, con saltos erráticos inexplicables en la estimación de tasas, como se aprecia en el caso de indigencia, situación que desde el punto de vista conceptual suele ser más estructural e inestable, pero su medición estadística es más volátil.

El 47% de los respondentes a la Encuesta Permanente de Hogares en Bahía Blanca no declararon durante el último trimestre ningún monto de ingreso. Si bien es plausible que algunas personas no perciban ningún ingreso por ser menores de edad o alguna otra clase de inactividad (ama de casa, estudiante, etc.), llama la atención que más del 30% de personas que viven solas no han declarado ingresos, elemento poco plasible. La tasa de no respuesta en Bahía Blanca es mayor a la registrada a nivel nacional (21% global y 13% en personas que viven solas). INDEC toma en cuenta los casos de no respuesta en el nivel de ingreso para sus proyecciones pero cuando las tasas de no respuesta son tan elevadas, cualquier consideración puede volver poco confiables a las proyecciones, sobre todo si demás consideramos que el tamaño muestral es reducido.

La evolución de la pobreza e indigencia en Bahía Blanca, si bien coincide en signo con lo registrado a nivel nacional, contrasta notablemente en magnitudes. Mientras que en todo el país bajó unos 9 puntos porcentuales (15%) y la indigencia tuvo una merma de alrededor de 1 punto (20%), en Bahía Blanca la caída supera el 40% y el 50% en pobreza e indigencia, valores que parecen inauditos en tanto sólo transcurrieron 12 meses entre un período y el otro y las condiciones laborales y de actividad locales no cambiaron sustancialmente. Además, en tanto las tasas de pobreza son menores en el aglomerado local, se esperaría que su disminución fuese más lenta, en tanto se alcanza el “núcleo duro” de la pobreza (pobreza estructural), más difícil de revertir en el corto plazo y en un marco social, económico y político estructuralmente inalterado.

En suma, si bien las cifras locales y nacionales muestran entre finales de 2016 y finales de 2017 una tendencia a la reducción de la pobreza, en el caso local no es posible sostener que las estimaciones sean confiables desde el punto de vista estadístico en tanto: a) el error relativo es mayor al 20% (además de que INDEC no informa qué tanto mayor es); b) el tamaño de la muestra local es reducido; c) la proporción de hogares que no brinda información sobre ingresos mensuales es más elevada que a nivel nacional y alcanza niveles (superiores al 30%) que comprometen las proyecciones.

 

La contracara de la pobreza: los salarios

El jueves 31 de mayo pasado el INDEC publicó otro informe técnico, donde analiza específicamente la evolución de los salarios. En base a él se construye el denominado Coeficiente de Variación Salarial, que suele utilizarse en la indexación de algunos créditos y otras formas contractuales. Además, la evolución de los salarios influye, sin duda, sobre la pobreza, en tanto las cifras de pobreza que se suelen difundir se basan precisamente en comparar el valor de la canasta con el ingreso de los hogares. En la mayor parte de los hogares con adultos en edad de trabajar, el mayor componente de ingreso es salarial. Por ello, lo que ocurre con los salarios impacta de un modo directo sobre la cuantificación de la pobreza e indigencia.

El informe técnico de salarios no presenta indicadores por localidad ni región, de modo que sus resultados no se pueden trasladar por completo al ámbito local. Sin embargo, sus cifras no dejan de ser ilustrativas. El gráfico muestra la evolución de salarios y precios durante 2017 y el primer trimestre de 2018, utilizando siempre guarismos del INDEC bajo la nueva gestión. Los resultados permiten comprender por qué las cifras de pobreza disminuyeron en la segunda mitad de 2017 respecto de los primeros 6 meses: en ambos períodos los salarios medios de la economía crecieron algo más que la inflación, lo cual permitió a los asalariados ganar poder de compra en torno a 2% a lo largo de 2017.

De todos modos, la evolución no fue pareja a lo largo de todo el año; los primeros tres meses de 2017 fueron desfavorables para el poder de compra del salario, elemento que fue superado a mediados del año, pero desde fines de 2017 la tendencia parece revertirse; entre octubre y diciembre de 2017 los salarios pierden casi 2% de poder de compra y en el primer trimestre de 2018 se acentúa perdiendo 2,7% de la capacidad de compra.

 

Considerando el horizonte de 15 meses que va desde inicios de 2017 a marzo de 2018 el saldo es negativo para los asalariados; en ese lapso los precios aumentaron en promedio 28.8% y los salarios sólo 28,3%. Este panorama se traducirá seguramente en aumento de las cifras de pobreza a indigencia cuando el organismo publique la actualización de las cifras en julio próximo.

Más aún, cuando se publiquen las cifras de inflación y salarios del segundo trimestre de 2018 -período en cual varios acuerdos paritarios estaban firmados con cláusulas de ajuste del 15%, el peso se depreció casi 30% respecto de los niveles de marzo, se anunciaron recortes de gasto público y congelamiento de salarios públicos- la pobreza oficial del INDEC y la que sufren día a día millones de hogares en Argentina habrá pegado otro salto que anulará las expectativas favorables del informe de marzo de 2018. n

 

La pobreza en Bahía Blanca. Cifras recientes

Acerca de Valentina Viego 4 Artículos
La Doctora Valentina Viego es docente del Departamento desde 1994. Desde 2013 se desempeña como profesora adjunta de Econometria, Econometria II y Economia y Politica Social desde 2013. Se especializa en aplicación de métodos econométricos y estadísticos a problemas de las ciencias sociales. Ha dirigido y co-dirigido proyectos de investigación en el área de política social, de transporte urbano y de economia de la salud. Dirige tesistas de posgrado en la UNS, UTN y UNM. Ha publicado libros, capítulos de libros y artículos en revistas académicas nacionales a internacionales. Es parte del comité editorial de Cuadernos de Economía Crítica.